Sergio Pérez Jara, presidente Confederación Nacional del Transporte de Carga de Chile, CNTC.
Recorro permanentemente nuestro país, de norte a sur y de cordillera a mar.
Escucho muchas opiniones, en los más diversos lugares y rincones de Chile. Converso con interés y entusiasmo con camioneros, con choferes, con empresarios de distintos rubros, con trabajadores, con mujeres emprendedoras y con jóvenes estudiantes. Comparto cada vez que puedo con gente en la calle.
Comento lo anterior porque más allá de las diferencias de opiniones y de perspectivas personales sobre temas varios, recojo en los ciudadanos de nuestro país una sensación de incertidumbre, de desesperanza, de temor y de desconfianza en pilares que son fundamentales en la convivencia nacional.
Este tema nos impacta especialmente porque los camioneros formamos un gremio empresarial que está siempre en movimiento, desplegado diariamente por los caminos y rutas de Chile, en todas las regiones y en todas las actividades industriales. Tenemos un pulso de lo que ocurre en el quehacer cotidiano y sentimos el eco de esas inquietudes.
Podríamos quedarnos focalizados en los muchos problemas que nos afectan e impactan directamente en nuestro trabajo y en el desarrollo de nuestras empresas, pero hay una necesidad mayor, un interés común, un desafío ciudadano a nivel nacional.
La profesionalización, la empresarización, la innovación, la productividad, son pilares que exceden por mucho el ámbito de los camioneros de Chile; son desafíos que mueven también los cimientos de muchos otros gremios, en muchas otras actividades de nuestra economía nacional.
Más allá de las tareas y compromisos que tenemos y asumimos los transportistas de carga por carretera, y que firmamos como hoja de ruta el año 2012 en nuestro encuentro fundacional de Quinamávida, en la región del Maule, reafirmamos nuestra convicción acerca de la importancia de fortalecer los vínculos y los esfuerzos de asociatividad responsable y activa. Asumamos que existen principios, valores y grandes objetivos que deben guiar nuestro comportamiento de líderes y dirigentes gremiales.
Una de las funciones básicas de un gobierno moderno consiste en saber leer los signos de los tiempos e interpretar correctamente las señales sociales, culturales, económicas y de forma muy especial las particularidades regionales. Es de la mayor importancia conocer y entender los liderazgos gremiales de tal modo de saber quiénes se comportan en términos propositivos-constructivos y quienes funcionan a espaldas de la gente. Doy una voz de alerta ante los focos de confusión alentados por algunos que crean un ambiente equivocado y nocivo, que en nada ayuda a resolver los graves problemas que hoy tenemos.
Escribo estas frases con el recuerdo vivo de la caravana de camiones quemados del 27 de agosto del 2015, con las imágenes de las familias más pobres y vulnerables a la orilla del camino, en todas las pasarelas, desde el peaje de Angostura donde nos tuvieron detenidos, hasta el ingreso a Santiago. Aún tengo en la memoria esos vítores que nos animaban a reclamar para que se terminara el estado de indefensión ante la delincuencia.
A pesar de todas las manchas oscuras en el panorama nacional, quiero contagiarlos con mi optimismo y mi compromiso como líder gremial, para mirar el futuro con la esperanza y la convicción de que más allá de nuestras legítimas diferencias de opinión y discrepancias para enfrentar los temas, sabremos encontrar los cauces adecuados por el bien del país y por el destino de las nuevas generaciones, a quienes heredaremos nuestro testimonio y nuestro legado de amor por la patria que nos une.
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